Un 19 de abril de 1989, en el Olímpico de Múnich, el Diego hizo magia antes de que siquiera empezara el partido. Mientras sonaba “Live is Life” de Opus, Maradona convirtió una entrada en calor en una obra de arte. Control, ritmo, carisma y una pelota que parecía estar atada a su zurda.

Era la previa de la semifinal de vuelta por la Copa UEFA entre el Napoli y el Bayern. Pero ese show previo —improvisado, natural y lleno de duende— se convirtió en una de las imágenes más icónicas del fútbol. 36 años después, sigue siendo irrepetible.